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La habitación de mis hijos .


Todos salieron: trabajo, estudios; la casa está sola y de pronto un arranque de solidaridad.  Agarré la escoba y comencé a barrer primero el cuarto que era de mis padres, siempre limpio; más brilloso y ordenado, luego el que era de mi hermana mayor y ahora lo es de la primera de mis hijos. Durante años estuvo pintando de rosa vieja, un color horrible y deprimente como todos los colores de los años 70's ; pero el más detestable era un aqua aceite con el que pintaban los baños. Ahora mi hija lo ha pintado de un verde manzana en un tono pastel.
Reinan los zapatos, las carteras, la plancha de pelo, y las cosas de mi hija menor; el motivo de la queja diaria: -¿ Por qué ella tiene que estar en mi cuarto, comer y hacer la siesta? -Papi, ella tiene su cama; todo me registra. En términos de limpieza, aceptable; pero en situaciones de conflicto, siempre es la zona caliente de la casa. El cuarto de los varones siempre fue alli, la disposición de los dormitorios es la misma. desde hace 52 años pintado con un celeste marino, pero mas bien, debería ser de un tono garbanzo suave por el desierto y silencio que envuelve esta habitación desde la partida de mi hijo, el mayor de los varones. Tuvimos una fuerte discusión hace tres meses y nunca regresó; nos encontramos de vez en cuando en la calle, nos saludamos como grandes amigos; él se prende de mi cuello yo correspondo con un beso en la mejilla y el mismo diálogo soso: yo digo: -"Regresá"; él contesta: -"No papi, estoy bien asi; haber si llego el domingo.  Chef de profesión, músico de vocación. El se fue pero su desorden permanece, lo acomodo esperando que regrese un día.
El hijo menor, sus cartas de amor que siempre deja a la vista: palabras dulces, llenas de esperanza, de pureza, de vivir en una burbuja; realmente no se como logran eso, pero amo que se amen; lástima que los amores juveniles no siempre sobreviven; latas de soda, empaques de frituras, pétalos de rosas...
El resto de la casa, sola, llena de recuerdos. Los hijos pequeños, el perro ladrando siempre detrás de ellos; de vez en cuando un pelo del Oso, el perro de mis hijos, estuvo 15 años en nuestras vidas. La silla de mi padre, sus libros; mi madre tratando siempre de unirnos. Ella sobrevive, pero cada dia prepara las maletas para encontrarse con mi papá.

La pala para la basura, el cumbo en el patio; las familias terminan.

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