Las mejores historias son las que no se narran, las que sólo florecen en el alma del testigo mudo, hasta el día que por impertinencia o por amargura se les suelta para aligerar el ropero de los recuerdos.
Hay recuerdos que deberían de permanecer debajo de las piedras en el fondo de los ríos, en los rincones incómodos del alma, en el olvido de lo ocasional; pero hay recuerdos que luchan aguerridos, estorban la consciencia y perforan la razón.
Hay recuerdos que muerden los cimientos de la conveniencia, que corren despavoridos en pos de la luz, respiran entre murmullos; conspiran en los pasillos dónde se gestan las más torrenciales decisiones que determinan la historia para finalmente ser conocidos.
Nunca fue el primero pero iba adelante, nunca necesito un nombramiento porque él es, si aún vive, la encarnación misma de la autoridad.
El teléfono timbró, la voz cortante del Mayor Pelado respondió como siempre, seco y cortante:
- "diga lo demás" a pesar que él siempre dijo que las órdenes se daban para ejecutarlas y que las órdenes cumplidas ganaban guerras. En esa ocasión terminó la llamada diciendo, -eso no es conveniente- es una pendejada.
El Mayor siempre tuvo la virtud de la conclusión, de ir muchos pasos adelante de quién fuera; de inmediato tomó el teléfono y pidió que le comunicarán al Coronel Fulano de Tal y dijo: - acabo de recibir una llamada del General Mengano para convocarme a una reunión urgente, sé que es para quebrarse al Pelón.
Miré, la derrota ya se negoció, ¡ ya la negociaron ustedes! no nos demos paja, no estamos para esos desvergües; esa es mi posición, conmigo no cuenten. Y hágaselo saber a quién sea, no voy a obedecer y no es un acto de insubordinación, todos los días mi gente y yo trabajamos de frente con lo que sea. Yo ya no éstoy para amenazas o malos entendidos- colgó y el teléfono volvió a timbrar pero no lo contestó; no levantó la cabeza, la mano izquierda le temblaba y guardó silencio durante un cuarto de hora
después replicó: -"como si la muerte de los curas no fue suficiente". Con la vista puesta en la puerta dijo al aire - vámonos- nadie supo a quién se refería, pero por inercia era al Teniente Capricho, se puso en pie y le siguió, -supongo que viene listo para todo- con la voz entrecortada el Teniente respondío: -afirmativo mi Mayor.
Subieron al vehículo y salieron con rumbo Norte, desde el Ministerio de Defensa no dejaron de radiar el indicativo del Mayor, después de unos minutos llegaron frente a una casa en una colonia cercana , -vamos, le dijo, pero antes de bajarse sonó el pito del carro 3 veces y salió de la casa una mujer de unos 70 años acompañada de un French Poodle que saltó a recibirlos, el Mayor abrazó a la señora; de inmediato Capricho se dispuso a prestar guardia frente a la casa, el Mayor lo miró y le dijo, - no sea ridículo, cuando de repente por detrás de unos arbustos salieron 3 guardas fuertemente armados que saludaron con gran reverencia y dieron parte de las novedades en el servicio, el Mayor les compartió unos cigarrillos y entre murmullos soltaron unas carcajadas mientras veían a una jóvenes empleadas de las casas vecinas; la señora muy cortésmente saludó al joven oficial y preguntó si querían tomar algo. Fue una tarde increíble, bajo la sombra de 2 árboles de limón, hablando trivialidades familiares, pero en algún momento la señora preguntó en un tono formal: - ¿cómo te ha ido hijo? el Mayor resopló y dijo viendo de reojo a Capricho: -cuéntele a mi mamá; el oficial titubeó y después muy resuelto comentó pormenores de la vida de cualquier militar; el Mayor interrumpió a Capricho: -hoy me pidieron, otra vez, que asesinara al Presidente; inmediatamente soltó una carcajada y cambió de plática, se levantó abruptamente y se despidió. Esa noche no regresaron a la base; salieron con rumbo al departamento de Cabañas, se incorporaron a un operativo de la zona y nunca más comentó el asunto.
El Mayor Pelado era un oficial que hablaba y desafiaba a sus superiores porque él era un oficial postergado y en algún momento había sido superior a ellos.
Hay hombres cambian la historia en secreto.
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