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Lección básica de vida

Días antes de Navidad, mi hijo junto a un ex compañero de estudios de la escuela de gastronomía comenzó un negocio de comida a domicilio por encargo. Cada día, desde temprano   junto al socio inician los preparativos, definen el plato del día, los costos, hacen las compras, para antes de las 11:30 comenzar a repartir los pedidos. En esa parte, colaboro con el negocio. Desde el principio ha vendido todo lo que ha preparado, aún ha atendido un par de eventos festivos bastante grandes para la capacidad y experiencia que tienen.
Este día fue diferente, dramáticamente opuesto, pues sin haber tenido encargos decidieron hacer una cantidad de platillos e ir a ofrecerles a los clientes. "Sorpresa no vendió ni uno" a nadie le pareció el menú. Salimos rápidamente para ir a estacionarnos sobre un carril anexo del Blv. Los Próceres a la altura de la empresa Gevesa donde siempre hay personas en vehículos vendiendo comida casera, también, Hot dogs, tacos y pizza en porciones. Estuvimos un tiempo y obviamente casi todo se mueve por clientela, fuimos al otro lado de la ciudad frente a una institución de gobierno y después de estar allí ofreciendo la comida, regresamos a casa con todo lo que salimos, lavamos los utensilios, ordenamos y limpiamos la cocina, nos vimos las caras por un instante, mi hija menor nos había preparado comida y pues yo comí un poco, también mi hija, los jóvenes emprendedores fueron a comprar soda, churros e  hicieron cuentas de las pérdidas y definieron que cocinar mañana. 
Kevin comenzó a jugar en el celular, Josue mi hijo a chatear con la novia, me levante de la mesa y fui a mi cuarto  se rieron, hablaron de salir con otros amigos, se rieron más, me reí de oírlos, no se que dijeron y se carcajearon y también me reí más, salieron a hacer las compras para mañana y todo termino como no esperaba. La vida hay que saberla vivir.


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