Nací en el fuego de todas las batallas
Crecí y siempre hubo alguien con quien buscar lo que no se había perdido.
Siempre han despertado días que duelen tanto
Cuando prevalecimos y los demás sucumbieron, nadie lo estimó.
¿Quién sabrá que fuimos puntal que sostuvimos lo insalvable?
¿Quién sabrá que fuimos firmes en la posición?
No es de palmas ni reconocimientos el anhelo.
Es todo lo que perdimos, fue demasiado, para una ciudad que sigue perdida en sí.
No hay caminos, ni encrucijadas.
No hubo opciones.
No hubo pasadizos secretos.
Hoy, en esta intranquila y mal maquillada paz, añoro los días de la insolvente
juventud, donde la vida era una apuesta sin red.
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