Una pequeña e indecisa llovizna caía sobre el centro de San Salvador, me encontraba esperando la luz verde cuando vi a un indigente que cruzaba por las franjas de cebra, no parecía tan mayor pero caminaba con gran dificultad. En muchas ocasiones la adición a la pega de contacto deja a jóvenes y adultos totalmente postrados en las calles con el envase plástico junto a sus bocas. No se si ese era el caso de este hombre, pero desde hace algunos días quería comentar de esa imagen de los huelepega de la Av. Cuscatlán y el Barrio Candelaria; unos de estos muchachos los conozco de vista y de alguna manera les he visto morir en vida como zombies. El hombre que cruzaba la calle se tardó de tal manera que el semáforo cambió a la luz verde y la clásica impaciencia nos llevó a pitarle para que se apurara; pero al verlo detenidamente noté que traía puestos al menos unos 4 pantalones, uno sobre otro, varías camisas y un abrigo azul; parecia un personaje de la familia peluche, en unos sacos llevaba otras pertenencias; nos miró de reojo y soltó una letanía de putiadas que se hicieron notorias por sus gestos, por fin, cruzamos la calle y el hombre siguió como con rumbo al parque Bolívar. Estos personajes recogen la ropa usada que desechan algunas tiendas como Génesis, Shopping Center, etc., toman esas prendas para abrigarse durante la noche, protegerse de la lluvia o por tener algún sentido de pertenencia y van por allí cada día con toda su vida encima; quizá pesen menos esos tanates que su propio pasado.
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