Eran aproximadamente las nueve de la noche y llovía fuerte, de pronto escuché que tocaron la puerta de la cochera. Mi hija mayor bajó para abrir, me estaba cepillando los dientes y escuche movimientos en casa; mi mama dijo: "Hijo"; mi hija menor levantó la voz y me dijo: "Papi vení, salí, apúrate". Un enjuague rápido, salí del baño y estaba allí: parado, empapado, con un suéter que nada lo cubría de la lluvia y con sus maletas. Mi hijo mayor había regresado a casa, nos miramos, le sonreí y nos abrazamos; la comunicación no ha sido nuestro fuerte. Un abrazo eterno y allí quedó dicho todo; sin comentarios innecesarios, preguntas o explicaciones. Mi hijo, el que se había ido, ha vuelto.
¿Puedo titular algo tan grande como la vida? ¿Acaso puedo poner un tema sobre algo desconocido, incierto e incluso invisible? Menos lo puedo saber. Veo lo que está delante de mí, aunque tampoco lo entiendo. Veo cómo en ocasiones el dolor se apresura sobre mí para quedarse durante muchos días. Mientras que la felicidad apenas se asoma. ¿Qué puedo esperar cuando no hay nada que esperar? ¿Cómo puedo anhelar cuando no hay deseo? El deseo huyó lejos. Mientras tanto, veo mi sombra proyectada sobre una roca eterna. Quizá a esto le llamaré vida.
que alegria!!!! me encanta
ResponderEliminarSiiii. Muchas gracias
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