La casa está frente a una de las calles principales del Barrio Candelaria en San Salvador. Rodeada por láminas de zinc oxidadas , en el borde frontal hay un árbol de aguacate que nunca ha dado frutos, en la esquina sur, una puerta de madera que sirve para disimular lo deteriorada de la lámina. Es una puerta falsa que no conduce a ningún lugar, pero aún sigue amarrada por sus bisagras a la estructura original de la casa de bahareque, que después de ser casa de familia a principios del siglo pasado, se convirtió en mesón y que finalmente se derrumbó con el terremoto del 86. La vieja puerta de madera ha sobrevivido invierno tras invierno, sujeta a un vestigio de bahareque de no más de 1.00 metro de ancho por 1,50 de alto. Allá por 1920 la casa era habitada por una viuda, su hija y la tía Lucrecia Alvarez . El San Salvador de principios de siglo, se caracterizaba por sus calles empedradas, candiles en las esquinas y sus casas con puertas y balcones de madera. El barrio Candelaria tenía
Permanecerán los rincones infinitos guardando secretos eternos.